Algunos libros son leídos, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos.
(Francis Bacon)

jueves, 13 de diciembre de 2012

El amante - Marguerite Duras

Autor: Marguerite Duras
Título original: L'Amant
ISBN: 978-84-8383-572-2
Género: Literatura contemporánea
Editorial: Tusquets
Fecha publicación: 1984
Fecha edición: 2010
Páginas: 155
 
Sinopsis:
El amante, Premio Goncourt en 1984 y llevada al cine en 1992, esta novela autobiográfica narra, con la intensidad del deseo, la historia de amor entre una adolescente de quince años y un acaudalado comerciante chino de veintiséis, que se desarrolla en los escenarios coloniales de Indochina. Esa jovencita, bellísima pero pobre, no es otra que la propia Marguerite Duras, quien rememora no sólo su singular vivencia sino también las apasionadas y tensas relaciones que desgarraron a su familia y que, prematuramente, grabaron en su rostro los implacables surcos de la madurez.
 
Fragmentos; 
Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinticinco mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al trasponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que había entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacia la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo grababa la frente con grietas profundas. En lugar de horrorizarme seguí la evolución de ese envejecimiento con el interés que me hubiera tomado, por ejemplo, por el desarrollo de una lectura. Sabía, también, que no me equivocaba, que un día aminoraría y emprendería su curso normal. Quienes me conocieron a los diecisiete años, quedaron impresionados al volverme a ver, dos años después, a los diecinueve. He conservado aquel nuevo rostro. Ha sido mi rostro. Ha envejecido más, por supuesto, pero relativamente menos de lo que hubiera debido. Tengo un rostro lacerado por arrugas secas, la piel resquebrajada. No se ha deshecho como algunos rostros de rasgos finos, ha conservado los mismo contornos, pero la materia está destruida. Tengo un rostro destruido.
. . .
Tengo quince años y medio, en ese país las estaciones no existen, vivimos en una estación única, cálida, monótona, nos hallamos enla larga zona cálida de la tierra, no hay primavera, no hay renovación.
. . .
(...) Le pregunto si es normal estar tan tristes como estamos. Dice que es debido a que hemos hecho el amor durante el día, en el momento álgido del calor. Dice que después siempre es terrible. Sonríe. Dice: tanto si se ama como si no se ama, siempre es terrible. Dice que pasará con la noche, tan pronto como llegue la noche. Digo que no sólo es debido a haberlo hecho durante el día, que se equivoca, que estoy inmersa en una tristeza que ya esperaba y que sólo procede de mí. Que siempre he sido triste. Que también precibo esa tristeza en las fotos en las que aparezco siendo niña. Que hoy esta tristeza, aún reconociendo que se trata de la misma que siempre he sentido, se me parece tanto que casi podría darle mi nombre.
. . .
La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro, ni camino, ni línea. Hay vastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie.
. . .
 
Novela autobiográfica, reza la contraportada, pero El Amante es, a mi modo de ver, más una radiografía del alma, una exploración profunda y conjunta y casi en susurros de un modo de sentir.
El germen de la historia, el principio y el fin podría ser una frase de la propia Marguerite; "Yo soy una escritora, no vale la pena decir nada más". Y no lo vale. Yo, habiendo leído únicamente esta obra suya no podría rebatirlo. Sus palabras, incrustadas en frases cortas, sencillas y directas, encarnan el deseo, la rabia, la frustración... se arrugan a la misma velocidad que las arrugas que surcaron su rostro a una edad demasiado temprana y que a su vez debieron arrugar algo más profundo e interno...
Parece que Marguerite, al contarnos su historia quisiera llevar a cabo un proceso de liberación. Una liberación que también debió experimentar durante lo acontecido en la historia de Su Amante: la emancipación del cuerpo ante la opresión de los estereotipos...
La angustia de y por la vida busca por donde huir, por donde salir, entonces, las piernas se abren y el odio, la rabia, el hermano, la muerte... y hasta el miedo se derraman y todo fluye como el río y la herida parece confundirse con el paisaje y se vuelve placentera, confortable... - "El río fluye sordamente, no hace ningún ruido, la sangre en el cuerpo. Fuera del agua no hace viento....... Alrededor del transbordador, el río llega a ras de borda, sus aguas en movimiento atraviesan las aguas estancadas de los arrozales, no se mezclan...... Arrastra todo lo que le sale al paso, chozas de paja, selvas, incendios extinguidos, pájaros muertos, perros muertos, tigres, búfalos ahogados, hombres ahogados, cebos, islas de jacintos de agua aglutinada, todo va hacia el Pacífico, nada tiene tiempo de hundirse, todo es arrastrado por la tempestad profunda y vertiginosa de la corriente interior, todo queda en suspenso en la superficie de la fuerza del río".- dice otro de los fragmentos.
Y es que el amor y el odio tienen algo en común, ambos pueden causar placer.
Porque creemos que lo que estamos leyendo es a una niña que hace el amor con un chino y en ese momento desconocemos que ese acto es tan solo la excusa, es una máscara para narrar la soledad de las almas, la situación de una nación...
Toda la historia está llena de excusas;
La madre, no es la madre, parece más bien ser el reflejo de la patria (la madre patria, delicada y protectora con los que cree "suyos", cruel y malvada con  los "rechazados").
 El río no es el río, por él navega el tiempo, más que el agua, el tiempo en el que se ama, se odia, se vive, se muere y a veces... hasta se olvida.
Las palabras son sólo palabras si hay quien las reviva, si hay alguien capaz de despertar del mutismo.
Las palabras en El Amante son también una excusa para desvelar los sentimientos que cada uno de nosotros puede albergar...
 
Y al cerrar el libro sientes que nada es nuevo, que Saigón (y el río) parecen estar a la vuelta de la esquina, que todos somos un poco amarillos, que a veces naufragamos en nuestro río interno y otras veces somos capaces de expulsar sus aguas y convertir ese agua dulce en saladas lágrimas...
 
Y que hay frases que encogen un poco el alma; "Muy pronto en mi fue demasiado tarde".
 
Mi voto: 8
 
Cine;
-El amante (1992-Francia) Jean-Jacques Annaud
 
 
 
 
 







martes, 4 de diciembre de 2012

La senda del perdedor - Charles Bukowski

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Autor: Charles Bukowski
Título original: Ham on Rye
ISBN:84-339-1268-2
Género: Literatura contemporánea
Fecha publicación: 1982
Fecha edición: 1987
Páginas: 288
 
Sinopsis:
Una novela autobiográfica, contundente como un preciso uppercut, que nos muestra una visión bien distinta del "Sueño Americano", una versión "desde abajo", desde los pisoteados y humillados: la infancia, adolescencia y juventus de Chinaski, en Los Ángeles, durante los años de la Depresión y la 2ª Guerra Mundial.
Un padre brutal que cada día finge acudir puntualmente al trabajo para que sus vecinos no sospechen que está en paro; una madre apalizada por el padre, pero que sin embargo está siempre de su parte; un tío a quien busca la policía; un mundo de jefes, de superiores aterrorizados por otros superiores.
El joven Chinaski -algo así como un hermano paria de Holden Cauldfiel, el dulce héroe de Salinger en Catcher in the rye (al que Bukowski parece aludir en el título origina Ham on Rye)- tiene que aprender las reglas implacables de una durísima supervivencia.
En este libro inolvidable, escrito con una ausencia total de ilusiones, se transparenta, evitando la autocompasión, una estoica fraternidad con todos los chinaskis, todos los underdogs de la "otra América" de los patios traseros, los bares sórdidos, las oficinas de desempleo..
 
Fragmentos;
Le oí coger la badana de afilar. Todavía me dolía la pierna derecha. No servía de nada, habiendo sufrido la badana antes muchas veces. El mundo entero estaba allí fuera indiferente a todo, pero no servía de nada. Había millones de personas ahí fuera, perros, gatos, pájaros, edificios, calles, pero no importaba. Sólo estaba mi padre y la badana de afilar, el baño y yo. Usaba aquella badana para afilar la navaja de afeitar, y por las mañanas temprano yo le odiaba con su cara blanca de espuma, de pie, delante del espejo afeitándose. Entonces me pegó el primer golpe. El sonido de la badana era plano y fuerte, el snido era casi tan malo como el dolor del golpe. La badana cayó otra vez. Era como si mi padre fuera una máquina golpeando con aquella badana. Tenía el sentimiento de estar en una tumba. La badana cayó otra vez y yo pensé que aquella seguramente era la última. Pero no lo era. Cayó otra vez. Yo no le odiaba. Simplemente, no podía creérmelo, quería librarme de él. No podía llorar. Me sentía demasiado mal para llorar, demasiado confundido. La badana cayó otra vez, luego se detuvo. Yo me puse de pie y esperé. Le oí colgar la badana.
-La próxima vez -dijo-, no quiero encontrar ni una hoja.
Le oí salir del baño. Cerró la puerta. Las paredes eran hermosas, la bañera era hermosa, el lavabo y la cortina de la duche eran hermosas, hasta el wáter era hermoso. Mi padre se había ido.
...
Podía ver el camino que se abría frente a mí. Yo era pobre e iba a continuar siéndolo. Pero tampoco deseaba especialmente tener dinero. No sabía qué es lo que quería. Sí, lo sabía. Deseaba algún lugar donde esconderme, algún sitio donde no tuviera que hacer nada. El pensamiento de llegar a ser alguien no sólo no me atraía sino que me enfermaba. Pensar en ser un abogado, concejal, ingeniero, cualquier cosa por el estilo, me parecía imposible. O casarme, tener hijos, enjaularme en la estrucutra familiar. Ir a algún sitio para trabajar todos los días y después volver. Era imposible. Hacer cosas normales como ir a comidas campestres, fiestas de Navidad, el 4 de Julio, el Día del Trabajo, el Día de la Madre... ¿acaso los hombres nacían para soportar esas cosas y luego morir? Prefería ser un lavaplatos, volver a mi pequeña habitación y emborracharme hasta dormirme.
Mi padre tenía un plan maestro. Me dijo:
- Hijo mío, cada hombre debería de comprar una casa en su vida. Cuando muera, su hijo heredaría esa casa. Más adelante ese hijo compra su propia casa y luego muere. Entonces su hijo hereda dos casas. Ese otro hijo pronto adquiere la suya propia y entonces ya tiene tres casas...
(...) Mi padre me había enviado a ese instituto para ricos deseando que se me pegara el aire de los dirigentes mientras observaba a los muchachos ricachones haciendo chirriar sus cupés color crema y acompañando a chicas de trajes brillantes. Sin embargo, aprendí que los pobres normalmente permanecen en la pobreza. Que los jóvenes ricos husmean el hedor de los pobres y aprenden a encontrarlo divertido. Tienen que reírse, porque de lo contrario sería demasiado aterrador. Han aprendido eso a lo largo de los siglos. Nunca perdonaré a las chicas por meterse en esos cupés color crema con los rientes muchachos. No podían evitarlo, por supuesto, pero siempre pensabas que tal vez... Pero no. No había tal vez. El bienestar económico significaba victoria, y la victoria era la única realidad.
¿Qué mujer elige vivir con un lavaplatos?
...
La gente sólo piensa en las injusticias cuando les sucenden a ellos.
...
Uno de los errores de la democracia es que el voto universal da lugar a un líder común que nos conduce a una vida vulgar; apática y predecible.
...
Necesitamos amor, pero no el tipo de amor que la gente utiliza y es utilizada por él.
...
Estábamos todos metidos en lo mismo. Todos apilados en un inmenso reterte lleno de mierda. No había escapatoria, íbamos a desaparecer con una cascada de agua cuando tiraran de la cadena.
 
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Reza la contraportada; “El joven Chinaski-algo así como el hermano paria de Holden Cauldfiel, el dulce héroe de Salinger en Catcher in the rye(al que Bukowski parece aludir en el título original Ham on rye)- tiene que aprender las reglas implacables de una durísima supervivencia.”
Y..sí, puede que Chinaski recuerde vagamente a Holden(muy vagamente).. Porque Chinaski es un Holden nada mimado, nada consentido y mucho, mucho más desgraciado. Y es que Holden, en ocasiones, me pareció más un producto que un personaje, Hank(Chinaski) me resultó más real, más cercano..y sí empaticé con él, cosa que no me ocurrió con Holden..
Y a sabiendas de que las comparaciones son odiosas, sin lugar a dudas, diría que esta Senda supera a aquel Guardián..

Hank, no cree en nada, no encuentra sentido a su vida, se sabe diferente... y con esa premisa Bukowski nos describe su infancia y su juventud, sus traumas y sus conflictos, rodeados todos ellos de la atmósfera de la gran ciudad, los efectos de la Depresión, los bajos fondos...y la guerra que llegará..
Y así vamos descubriendo una dura lectura, a veces descarnada, pero con ecos de poesía, en la que la vida parece un mero trámite, una fuga constante, y en la que la condición humana de nuestro protagonista destaca por su capacidad de vivir al límite porque el final, de alguna manera, parece estar ya escrito. Una lectura en la que parece no hay salvación posible, ni una visión romántica de sentimientos como el amor o la amistad... pero sí nostalgia, una nostalgia de lo desconocido, que, en algún momento del libro me recordó a aquella escena de “Princesas”(F. León de Aranoa) en la que la “princesa” nos dice que...”tener nostalgia en sí no es malo, eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos,,yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos. Eso sí que es una putada...¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?..Porque a mi a veces me pasa....”
Nostalgia...y sólo una senda que seguir..
Bukowski nos retrata esa senda de supervivientes, de esos que se mantienen al margen de la sociedad, nos muestra las tinieblas en lugar de las luces, habitaciones míseras y sórdidas, barrios bajos(y otra vez sórdidos) y el final de cada día de colegio, donde Hank parece aprender más que durante las horas lectivas..
Y nos retrata los primeros años del protagonista(o los suyos) con frases cortas que sacuden, desde una mirada que no vislumbra el “sueño americano”, donde la sociedad, resquebrajada por La Depresión ha dejado un país plagado de gente falta de ilusiones.. Y de ahí bebe Hank, con un padre que simula tener un trabajo que no posee, que sólo parece evadirse y desahogar sus miserias con las palizas inesperadas al Hank niño, con la ausencia de la figura materna, la falta de refugio que se reduce a las cuatro paredes de su habitación, y todo parece un combate perdido de antemano, marcado por las cicatrices de un acné salvaje que calan esas marcas en su alma, que le retraerán aún más y le harán ver(y sentir) de un modo diferente. Y desde su punto de vista, veremos los amigos que aparecen y desaparecen sin dejar un rastro tangible, el sexo como algo inalcanzable, el asumir golpes, el chico raro que acaba siendo el chico duro, el que ya no siente(o no muestra) dolor ante las palizas del padre...y va creciendo.. y en sus primeros trabajos descubre los prejuicios clasistas y acaba asumiendo su soledad como una forma de mantenerse en pie durante el continuo combate que es la vida...
Ya sólo le queda, al pequeño perdedor,no avergonzarse de sus cicatrices..

Y es que, el chico que acaba pareciendo duro, el chico que parece gritarle al mundo que no necesita el cariño ni la ayuda de nadie, en realidad, con esos mismos gritos, pero esos que no se oyen...que nacen dentro y a veces no sabemos ponerles sonidos, transformarlos en palabras.. en realidad, necesita, como necesitamos todos.. nuestra porción de cariño.. Nuestro trozo de dulce pastel..
 
Mi voto: 7