Algunos libros son leídos, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos.
(Francis Bacon)

lunes, 25 de marzo de 2013

Los Topos - J. Torbado/M. Leguineche (2)

 
6. El Cojo y los caciques.
Saturnino de Lucas. (San Martín y Mudrián, Segovia) 34 años escondido.
 
-Para nada he salido, nunca; ni me he puesto de pie, ni he andado una sola vez durante todo este tiempo, nada, ni un paso, ni ponerme de pie, nada, nada. Y eso ha sido terrible. Se ha notado mucho este trauma que me ha cogido los riñones,el hígado, el corazón. El no tener contacto con el exterior ha sido fatal. El corazón me ha quedado muy débil, muy débil.
 
Para nada. Sin salir del agujero casi treinta y cuatro años; exactamente durante treinta y tres años, ocho meses y veintiún días. En realidad, salió del primer agujero, un arcón de pienso para el ganado; salió de aquel primer agujero, un arcón de pienso para el ganado; salió de aquel primera agujero, cruzó la calle renqueando y se metió en ese otro agujero. Saturnino de Lucas Gilsanz levanta la muleta en que apoya su hombro derecho y señala la parte superior de una casucha vieja, de adobe; al tejado descolorido y leproso, al lado mismo de una chimenea torcida de casi un metro de altura, informe, construida con cuatro pilas de adobes recubiertos de barro mezclado con paja de trigo para darle consistencia. Parece un barco naúfrago en medio del mar de tejas rojizas.
...
De todas maneras, ni las alegrías, ni los rencores pudieron durar mucho. Tampoco la apasionada voluntad de vivir del oculto.
[...]Fue el 6 de diciembre, a los ocho meses de haber salido de su refugio.
 
7. La Novia.
María Teresa Ramos, Juan Jiménez Sánchez. (Alhaurín el Grande, Málaga) 13 años escondido.
 
"Premeditadamente quiero ser breve, quiero sólo dejar constancia de la reacción del pueblo. Entiendo que ello lo explica todo y justifica el servicio. Ante aquel extraño y mañanero movimiento de la Guardia Civil, frente al cuartel se congregaron numerosos vecinos, y otros salieron a sus balcones. Cuando el Land Rover inició su marcha con los detenidos, sin ponerse nadie de acuerdo, el pueblo prorrumpió en aplausos y vivas al Cuerpo. Así terminó el servicio."
-Sí, hombre -dice María Teresa-. "Vivas al Cuerpo..." Allí nadie rechistaba, nadie se movía. Todos callados y se quitaron del medio. Eso es mentira. Se están echando flores.
Juan, "El Tiarrón", abandona así Alhaurín el Grande, acompañado por la mujer que le había salvado la vida todos los días durante catorce años. No era el terrible legionario de los desiertos africanos, el condenado a trabajos forzados, el luchador republicano que iba a caer preso; no era el terrible maqui, bandolero de la sierra. "Nos llamaban así, bandoleros, pero qué íbamos a ser bandoleros".
Le esperaban siete años de cárcel. Solamente siete años gracias a su buena conducta en los penales. El fiscal le había pedido treinta y finalmente lo habían condenado a veinticinco. Era el tipo de condena que otros hombres como él, quizá menos afortunados, habían temido en su escondite. Estaba uno mejor preso en su propia casa, al lado de la familia, que en las cárceles españolas de la posguerra. También en este peregrinaje le seguiría su novia, una muchacha que sólo parecía vivir para el hombre perseguido.
 
8. El mudo.
Andrés Ruiz. (Armuña de Tajuña, Guadalajara) 20 años oculto.
Micaela, enferma del alma y del cuerpo, se niega a recordar el pasado y cuando lo intenta los sollozos la interrumpen. Como si estuvieran sincronizadas sus respuestas emocionales, los dos esposos lloran a un tiempo. Su hijo Andrés, su mujer y los nietos, que han llegado de Meco, donde viven, asisten a la escena con los ojos bajos, en silencio.


 
Andrés Ruiz Flores(hijo) nació en plena guerra, en 1937, y desde su nacimiento fue víctima y testigo de la desgracia familiar.
Micaela:
Me tuvieron nueve meses encerrada en la cárcel de Pastrana, tirada sobre un suelo como éste, de puro cemento, rodeada de otras mujeres como yo, mujeres de soldados rojos.
Recibíamos una lata redonda de patatas guisadas y medio panecillo para dos personas durante veinticuatro horas y una frasca de agua. Todas esperábamos que nos juzgaran pero a mí se me iba el pensamiento tras de Andrés y de nuestros hijos, que había dejado repartidos con sus tíos. Sólo el mayorcejo quedó en esta casa con los abuelos.
Sabía de Andrés por las cartas que me escribía desde su cárcel a la mía, cartas a las que no pude contestar porque no me llegaba ni para el franqueo. Yo me cansaba de preguntarle a los guardianes: "¿Por qué me han encarcelado?". "Porque su marido es rojo", me respondían. "¿Cuándo me sacarán de aquí para que pueda ver a mis hijos?". Y se alzaban de hombros.
Nos obligaban a desfilar por el patio de la cárcel y por las calles de Pastrana y cantar el "Cara al sol". A algunas las pelaban al cero y luego las tomaban decalración, o las juzgaban y condenaban. A mí no me tomaron declaración.
                                                                                                  Refugio de Andrés Ruiz, "El Mudo"
 
9. El Lirio y El Quemachozas.
Manuel Piosa Rosado. (Moguer, Huelva) 32 años oculto.
Manuel Piosa Rosado, más conocido por "El Lirio", apodo que heredó de su padre, aspiró el aire del campo hasta que llenó sus pulmones, contuvo la respiración, y cuando ya no pudo resistir más expulsó el aire con ganas. Repitió la operación varias veces. Era como si pretendiera, entre los pinos y los eucaliptos de Moguer, su pueblo natal, purificar de golpe sus pulmones. Durante sus treinta y dos años de ocultación en una cuadra, respiró los olores más pestilentes. Porque Manuel había permanecido gran parte de ese tiempo enterrado vivo a cinco metros de la cochinera del único cerdo que tenía, tapado con un saco de paja podrida y un montón de estiércol, dentro de una fosa como un ataúd, para escapar de los registros de la Guardia Civil.
Eran las seis de la mañana del 7 de julio de 1969. Hacía un día que El Lirio era libre. Su primer acto consciente de la libertad fue levantarse trempano para esquivar la guardia de los curiosos que le miraban la víspera como a un extraño ejemplar de un zoológico y sumergirse en medio de la naturaleza. A solas con ella corrió un rato entre los pinos y la pureza de la atmósfera le produjo una agradable sensación de embriaguez. Corrió para redescubrir el espacio.
 
10. Los falangistas contra Eulogio de Vega.
Eulogio de Vega. (Valladolid) 28 años oculto.
 
En la despedida, recién estallada la Segunda Guerra Mundial, mi amigo el panadero me preguntó:
-¿Cuánto crees que puede durar esto?
-Yo creo -respondí- que una guerra de estas puede durar cuatro o cinco años.
-¿Y qué vas a hacer, Eulogio?
-Seguir así, como estoy, oculto, a ver qué ocurre en la Guerra.
-¿Pero vas a tener paciencia para estar encerrado cuatro o cinco años? Yo no resistiría más de unos meses.
-Sí, hombre -le dije-, ¿por qué no?
Pero la Guerra no resolvió nada, ni la Sociedad de Naciones, mejor dicho, las Naciones Unidas, que fue la hija que nació de la Sociedad de Naciones. Llegado el tiempo he sentido que perdía aquel idealismo del principio. En una palabra, que me he desilusionado al paso de los años. De 1945 a 1947 esperé en vano una solución para España que me permitiera salir a la luz. Un gobierno democrático en España hubiera sido mi salvación. Pero las advertencias de las Naciones Unidas al gobierno de Franco, que yo seguí a través de la radio, no dieron resultado. Mi suegro seguía conmigo el desarrollo de las acusaciones y conminaciones al Gobierno de Franco. Él murió el 20 de noviembre de 1947. Supo como yo que un cambio en la actitud de Franco significaría mi liberación a corto o largo plazo. Aquel 20 de noviembre, cuando se votó una resolución de la ONU que yo esperaba fuera más enérgica, definitiva, mi suegro agonizaba en su lecho:
-¿Cómo va eso? -me preguntó con un hilo de voz-. ¿Hacen algo las Naciones Unidas?
-Todo va bien, parece que esto se arregla -le mentí.
Mi suegro murió, las Naciones Unidas no supieron rectificar el rumbo del régimen español y yo me descorazoné a partir de entonces. Las Naciones Unidas no sirven ni servirán nunca para nada.
 
 
 

miércoles, 20 de marzo de 2013

Los Topos - J. Torbado/M. Leguineche (1)

Autor: Jesús Torbado, Manuel Leguineche
                                                       ISBN/ASIN: 9788493832704
                                                              Género: No ficción
                                                           Editorial: Capitán Swing
                                                         Fecha de publicación: 1977
                                                            Fecha de edición: 2010
                                                          Número de páginas: 648
 
Sinopsis;
Los libros de historia dicen que la Guerra Civil española concluyó en 1939. Pero, tras el último parte de guerra, muchos combatientes, cargos públicos y simpatizantes del legítimo gobierno republicano se vieron obligados a huir de la represión franquista y esconderse como topos .

A finales de los años sesenta, tras el decreto de amnistía concedido por el dictador, los topos salieron, como hongos después de la lluvia, del agujero donde habían vivido escondidos, todavía con el temor a las represalias.

En ocho años de investigación, los autores de Los Topos siguieron pistas, recibieron portazos, amenazas de muerte, etc. Todo para conseguir los estremecedores testimonios de quienes fueron perseguidos por un enemigo invisible que los enterró en vida.

Sus testimonios hablan de la experiencia de su cautiverio, pero también hablan de los otros desaparecidos que no pudieron contar su propia historia, y del gran sacrificio colectivo que marcó sus vidas y las de sus familiares.


 
Fragmentos;.
1. Vivos de cuerpo presente.
Juan y Manuel Hidalgo España. (Benaque, Málaga) 28 años escondidos.
 
Habla Manuel;
Nos presentamos en Marbella el 28 de diciembre de 1966. [...]Estuvimos allí hasta el 15 de agosto. Nos mandaron quedarnos allí hasta que volvieran los papeles de Madrid. En el juzgado nos hacían preguntas, de cómo habíamos vivido, de todo lo que había pasado. Cada quince días teníamos que presentarnos en el cuartel de la Guardia Civil. Juan no podía trabajar porque estaba ciego; se tuvo que operar de la vista.
Nosotros vivíamos en el hospital, yo estaba tan grueso que no podía andar. Estaba blanco como la cal. A los primeros días de darme el sol me pelé del todo. A los quince días de estar en el hospital me puse a trabajar.
[...] A los ocho meses volvimos al pueblo. Todo el pueblo vino a verme, muy contento. Todo el mundo decía que el mérito había sido más de ellas (nuestras mujeres) que de nosotros, y es verdad. Mi mujer tenía un pelo larguísimo, larguísimo. En Marbella se lo cortó y se lo ofreció a la Virgen del Carmen, por una promesa que había hecho.
 
Habla Juan;
Todo esto es como un cuento que ha acabdo bien. Dios da la llaga y también la medicina, ya lo ve usted. Ya he contado todo el repertorio, hasta lo que no quería contar. [...]Ahora sólo quiero trabajar. [...]En Marbella nos dijeron que se estaba arreglando para darnos una paga a los mutilados del otro lado, pero no sé. Yo no me he atrevido a pedirla. Ya ve; manco, ciego y con la edad... Todo se me resiente. [...]Lo que yo no quisiera era escuchar más de la guerra. Ni la palabra. Fue mucho lo que se sufrió, mucho lo que padecimos. Yo he pasado veintinueve años de guerra.
 
2. El anarquista solitario.
Manuel Serrano Ruíz. (Almodóvar del Campo, Ciudad Real) 13 años escondido.
 
Quizá únicamente dos personas de las trece mil que viven en Almodóvar del Campo, recuerdan la historia, algunos fragmentos de la historia de Manuel Serrano Ruíz: su hermana Esperanza y su cuñado José Antonio. Ni siquiera los guardias civiles del cuartel próximo a la casa del matrimonio tienen noticias de que Manuel "El Cojo", haya existido. En el pueblo, por lo demás, no sólo se ha olvidado su nombre, sino incluso los hechos a los que va ligado. Los amigos que tuvo murieron hace muchos años. Sus enemigos han ido muriendo después, poco a poco. Él mismo murió también, olvidado por todos y tuberculoso, en Pascua de 1977, recogido en un sanatorio de Albacete.
 
3. El desertor.
Antonio Urbina. (Santo Domingo de la alzada, Rioja) 10 años huído y oculto.
 
Antonio Urbina iba con la cabeza gacha escoltado por dos guardias civiles. Escuchó llorar a Consuelo. Los curiosos se apostaron rápidamente a lo largo de la muralla dePedro el Cruel para ver pasar a Antonio y a la pareja de guardias. Consuelo, la mujer del detenido, se enjugó las lágrimas con el delantal.
"Éste ya no ve más las tejas de Santo Domingo", comentó alguien.
 
4. Las once hermanas.
Pedro Perdomo. (Las Palmas) 33 años escondido.
 
"No trate de acercarse a la Sima  y mucho menos si va con una cámara al hombro -escribe la periodista Inmaculada Gómez Mardones en el verano de 1977-. La gente de los pueblos próximos se esconderá a su paso o se encerrará en su casa echando los pestillos. Nadie se atreve, cuarenta años después, a contar nada; cómo buscaban a los republicanos por las casas para llevarlos a la sima y hacerlos desaparecer, arrojándolos vivos a su profundidad inmensa. Y no había habido guerra, porque el levantamiento fue incruento."
...
Habla Antonia (una de las once hermanas de Pedro);
Pedro se escondió el mismo día 18 de julio por la mañana. Un periódico ponía que daban dos mil pesetas al que dijera dónde estaba y eso era mucho dinero. [...] Entonces un vecino que se llamaba Esteban Roca vino a pedirme dinero y lo vio y se lo dijo a los falanges, pero cuando vinieron mi hermano ya no estaba en este sitio.
[...]Una vez se miró en un espejo y cayó como muerto de verse tan delgado y tan blanco. Otra vez casi se muere y decía que qué iba a pasar cuando tuviéramos que enterrarlo. Siempre estuvo muy malo.
...
Un año más tarde, Pedro todavía tiene miedo. No ha encontrado trabajo y su salud es precaria. Se niega rotundamente ha hablar de su pasado. Las hermanas han ido muriendo y él cambiando de sitio y de soledad.
Su vista es muy débil, a veces se le va la cabeza, no recuerda dónde está o que gente le rodea. Insiste en una sóla obsesión: buscar un trabajo para compensar los gastos que generó durante sus años escondido de sus dos hermanas vivas.
...
Pedro murió en el invierno de 1975 de un colapso respiratorio. No había conseguido trabajo.
 
5. Miguelico "Perdiz", el furtivo.
Miguel Villarejo. (Bailén, Jaén) 30 años oculto.
 
Lo que pasó conmigo le trastornó (a mi padre), como trastornó a dos de mis cuatro hijos, Luis y Miguel.
Mis hijos me querían muchísimo, son buenos y sensibles, pero de mi situación y de los sustos les sobrevinieron las enfermedades, los males que yo nunca quise para ellos. Hace poco estuvieron en Córdoba a ver un médico de la cabeza, un psiquiatra, el doctor Castilla del Pino, que se interesó por su caso. Ellos han sufrido más de la cuenta.
También mi padre cayó malo, cayó malo hasta que hincó la cabeza, dos años después de entrar Franco. Mientras tanto, no los habían dejado tranquilos. Mi hermano Manuel pasó unos años en la prisión provincial de Jaén y mi esposa, Catalina Ranger, fue condenada a seis años y un día.
El juez de La Carolina preguntó a mi padre cuando le tomaron declaración:
-Sabemos que mantiene contactos con su hijo en la sierra. ¿Por qué no confiesa dónde se halla escondido?
Mi padre replicó:
-¿Diría usted el paradero de su hijo sabiendo que lo van a matar? Si lo confesara sería mal padre, igual que si se lo hago saber ahora. Si soy personalmente responsable de algo, aquí me tienen, pero yo no he criado a un hijo para que me lo maten.
...