Autor: Joseph Roth
Título original: Das Rebellion
ISBN: 978-84-96834-30-9
Editorial: Acantilado
Fecha publicación: 1924
Fecha edición: 2008
Páginas: 148
Fragmentos;
Nuestro enemigo es la calle. En realidad es tal como se nos aparece, empinada y como una cuesta. Sólo que no nos damos cuenta de ello al recorrerla. Pero en invierno -lo leemos en los periódicos- los porteros y dependientes, los mismos que nos echan de casas y patios y cuyas palabras ofensivas nos persiguen, se olvidan de esparcir cenizas o arena sobre la helada superficie, y nos estrellamos contra el suelo, porque el frio quita movilidad a nuestros miembros.
...
Si el señor Arnold, de acuerdo con su situación social, hubiera tomado un coche para volver a casa, se habría ahorrado la última excitación de aquel horroroso día, y su camino no se habría cruzado de manera funesta con el organillero Andreas Pum. Así lo dispone, sin embargo, un destino traicionero: que nos hundamos sin tener culpa y sin que adivinemos el encadenamiento de los hechos; a causa de la rabia ciega de un desconocido cuya vida anterior ignoramos, de cuyo infortunio somos inocentes y con cuya concepción del mundo incluso comulgamos. Y es que actúa justamente como un instrumento en la mano destructora del destino.
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Como cepos de hierro, las leyes acechan en los caminos que recorremos los pobres. Y aunque tengamos una licencia, acechan los policías en las esquinas. Siempre estamos presos y sometidos a la violencia del Estado, de los que tienen las dos piernas, de la policía, de los caballeros de las plataformas, de las mujeres y de los compradores de asnos.
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¿En qué había creído? En Dios, en la Justicia, en el Gobierno. Había perdido su pierna en la guerra. Le dieron una condecoración. Ni siquiera le proporcionaron una pierna ortopédica. Durante años había llevado la condecoración con orgullo. Su licencia para manejar un manubrio en los patios le parecía la máxima recompensa. Pero un día resultó que el mundo no era tan sencillo como lo había visto en su devota simplicidad. El Gobierno no era justo. No sólo perseguía a los ladrones y asaltantes, a los infieles. Podía ocurrir, al parecer, que incluso llegase a condecorar a un criminal, puesto que encerraba a Andreas, el piadoso, aunque éste lo reverenciase. Y así actuaba también Dios: se equivovaba. Y si Dios se equivocaba, ¿seguía siendo Dios?
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Otra de mis lecturas alegres. Y mi primer acercamiento a Joseph Roth, que no será la última.
Roth nos cuenta la historia de como Andreas Pum, ciudadano modélico, mutilado de guerra... feliz y orgulloso se acaba denominando a sí mismo como rebelde y, lo que es peor (para él) infiel.
Andreas se nos presenta como un hombre honrado, un excombatiente orgulloso... y cojo.
Con ironía y crudeza Roth nos acerca al personaje para que lo tengamos bien posicionado a la hora del... incidente.
La narración comienza en un hospital militar, donde Andreas forma parte de un grupo de sobrevivientes (más que supervivientes) que en un pabellón de heridos parecen constituir Ruinas humanas. Parece que el cuerpo humano tullido es la imagen de lo que queda de un país después de una guerra.
Desde el principio, la historia es significativa, lo que perfila es un mundo de desigualdad y deformación. De destrucción. Y en ese mundo deforme, aparece un "héroe": Sólo Andreas Pum estaba contento de como andaban las cosas." Y no es porque él se hallara intacto, no. Todo lo contrario. Andreas se había dejado (entre otras cosas) una pierna en la guerra. Pero tenía una condecoración. Y una licencia para pedir limosna. Todo eso a cambio de una sola pierna...
Andreas me resultó un personaje complejo, un hombre que confundía y mezclaba la religión con la política (de esos aún quedan muchos en este país), un hombre con la idea de que es Dios quien decide sobre el mundo. Antihéroe al principio, aparece como un sujeto sumiso para con el Estado, que discrimina y condena a aquellos que no piensan como él. Su conformidad y complacencia hacen que se sienta superior al resto, sobre todo por dos motivos; porque él no es un infiel, y porque tiene una condecoración.
Pero el destino no nos pertenece, y por la vida de Andreas se cruzan personajes variopintos que aportan mucho a la historia... hasta que aparece el señor Arnold, desencadenante de la tragedia.
Y todo se derrumba...
Andreas acabará perdiendo, durante su vida "civil", mucho más de lo que perdió en la guerra...
Roth me ha dicho que no sea dócil, ni sumisa... que no me conforme con migajas..
Acabaré diciendo que el "alegato" final del ya rebelde e infiel Andreas es... soberbio.
Mi voto: 8
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