Algunos libros son leídos, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos.
(Francis Bacon)

martes, 20 de agosto de 2013

El juguete rabioso - Roberto Arlt

Autor: Roberto Arlt
ISBN: 9789500300216
Género: Literatura contemporánea
Editorial: Losada
Fecha publicación: 1926
Fecha edición: 2007
Páginas: 192
 
Sinopsis:
Roberto Arlt, cuya fama crece con el paso del tiempo, nació en 1900 y murió en 1942, en Buenos Aires, dejando una obra cuya simensión se proyecta hoy sobre toda la literatura argentina. Si bien su producción culmina con Los siete locos, su primera novela, El juguete rabioso (1926), le abrió ya los caminos a la notoriedad.
Esta novela se considera con justicia un hito en la historia de la literatura argentina. En un panorama narrativo donde prevalecía el ambiente rural y los conflictos se presentaban idealizados, El juguete rabioso se ambienta decididamente en la ciudad, con intensa carga crítica, a través de situaciones límites de traición, robo y degradación.
 
Fragmentos;
 
(...) Pasamos junto a un balcón iluminado.
Un adolescente y una niña conversaban en la penumbra; de la sala anaranjada partía la melodía de un piano.
Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y de congoja.
Pensé.
Pensé en que yo nunca sería como ellos... nunca viviría en una casa hermosa y tendría una novia de la aristocracia.
Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y de congoja.
-Ya estamos cerca -dijo la mujer.
Un amplio suspiro dilató nuestros pechos.
...
Algunas veces  en la noche yo pensaba en la belleza con que los poetas estremecieron al mundo, y todo el corazón se me anegaba de pena como una boca con un grito.
Pensaba en las fiestas a que ellos asistieron, las fiestas de la ciudad, las fiestas en los parajes arbolados con antorchas de sol en los jardines florecidos, y de entre las manos se caía mi pobreza.
Ya no tengo ni encuentro palabras con las que pedir misericordia.
Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma.
Busco un poema que no encuentro, el poema de un cuerpo a quien la desesperación pobló súbitamente en su carne, de mil bocas grandiosas, de dos mil labios gritadores.
A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí solo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos.
...
Me dije:
-Y así es la vida, quejarse siempre de lo que fue. -Con cuánta lentitud caían los hilos de agua. Y así era la vida. Dejé el plato en tierra, para agrandar mis cavilaciones con estas ansiedades.
¿Saldría yo alguna vez de mi ínfima condición social, podría algún día convertirme en un señor, dejar de ser el muchacho que se ofrece para cualquier trabajo?
Pasó un teniente y adopté la posición militar... Después me dejé caer en un rincón y la pena se me hizo más honda.
...
-No me importa no tener traje, ni plata, ni nada -y casi con vergüenza me confesé:
Lo que yo quiero es ser admirado de los demás, ser elogiado. ¡Qué me importa ser un perdulario! Eso no me importa... Pero esta vida mediocre... Ser olvidado cuando muera, esto sí que es horrible.¡Ah, si mis inventos dieran resultado! Sin embargo, algún día me moriré, y los trenes seguirán caminando, y la gente irá al teatro como siempre, y yo estaré muerto, bien muerto... muerto para toda la vida.
...
¡Tribulación humana! Cuántas palabras tristes estaban aún escondidas en las entrañas del hombre.
...
Y llegué a la inevitable conclusión.
-Es inútil, tengo que matarme.
Lo había previsto vagamente.
(...) Envidiaba a los cadáveres en torno de cuyos féretros sollozaban las mujeres hermosas, y al verlas inclinadas al borde de los ataúdes se sobrecogía dolorosamente mi mascuinidad.
Entonces hubiera querido ocupar el suntuoso lecho de los muertos, como ellos ser adornado de flores y embellecido por el suave resplandor de los cirios, recoger en mis ojos y en la frente las lágrimas que vierten enlutadas doncellas.
(...)-Yo no he de morir... pero tengo que matarme.
...
 
 
"Cuando después de una aparatosa despedida me encontré lejos, solo en las calles iluminadas, todavía en mis oídos sonaba su enronquecida voz:
-La "struggle for life", che... unos se regeneran... otros se caen... ¡así es la vida!"

Y así es la vida de Silvio Astier, una constante caída.
Mi héroe convertido en antihéroe.

Arlt lo deja claro; el hombre está indefenso frente a la sociedad, una sociedad que oprime y exprime al individuo. Y Silvio, el pobre individuo Silvio, con una niñez marcada por las privaciones, falto de la figura paterna y con una madre que sacaba lo justo para poder mantener a sus hijos, descubre un escape, una realidad alternativa (que le acompañará hasta el final) en la lectura, muchas de esas lecturas historias de bandoleros.

Y Silvio sueña. Sueña con ser inventor, aún a falta de recursos. Sueña con viajar a Europa, aún a falta de billete de ida.
No hay manera de que sus ilusiones se cumplan, todos sus planes acaban cayendo. Uno tras otro. Y con ellos va cayendo Silvio en una vorágine de rabia. Van pasando las páginas y van aumentando y haciéndose más fuertes las palabras de Silvio en torno a la humillación que siente, porque todo se va truncando.
Él sólo quiere ser feliz, ganar dinero, no convertirse en esos "hombres que llevan cuellos sucios, camisas zurcidas, traje color vinoso y botines enormes, porque en los pies le han salido callos y juanetes de tanto caminar solicitando de puerta en puerta un trabajo en que ganarse la vida".
Y así, forzosamente, para el héroe que aún es Silvio, su futuro se le presenta pesimista; "Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma".

Y Silvio, el pobre Silvio, en lucha contra esa sociedad, sólo para revelarse, para demostrarse a sí mismo que existe entre todos ellos, utiliza sus sueños y sus delirios contra la sociedad ... Silvio quisiera sacudir sus golpes a los poderosos, a sus contrarios, pero su impacto no alcanzará más allá que a los miserables, a sus iguales. Adiós al héroe.

Y Silvio, que empezó siendo un juguete del destino y la sociedad, va experimentando poco a poco ese aumento del sentimiento de humillación e impotencia al ver como sus sueños se van rompiendo por causa de esa sociedad. Y así se puede entender un poco mejor su transformación, porque cómo si no entender, cuando le "ofrecen" un plan que podría reconstruir esos sueños rotos. Silvio, el pobre Silvio, sin motivo aparente... cambiara de plan.

La rabia de Silvio, es una rabia "viva" por la vida. Por permenacer.
Y amargamente llegué al final. Un final que parece ser una exaltación al "no ser".
Un final de dudas. No entiendo a Silvio, aunque a veces sí...
No sé si Silvio se ha salvado (de él o de la sociedad).
Y aunque él mismo diga que todo le sorprende, que tiene la sensación de haber venido a la tierra hace una hora, de que la vida es linda y saberlo le alegra...

No, Silvio... aunque llegues al sur... al Neuquén... allá donde hay hielos y nubes... y grandes montañas... Seguirás cayendo. Porque ese individuo renovado del final, ese hombre nuevo que te sientes, tiene el vacío propio de la insatisfacción..
 
 
Mi voto: 8
 
 
Cine;
-El juguete rabioso. A. Di Salvo/J.M. Paolantonio (1984, Argentina)
-El juguete rabioso. Javier Torre. (1998, Argentina)
 
 
 

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